23/11/10

De cada diez libros que se venden, dos son truchos



20/11/10

También hay varios best sellers. Se comercializan en quioscos y librerías, en algunos casos a mitad de precio. Uno de los principales falsificadores del país sigue libre porque el delito es excarcelable.

Cuando en 2003 se publicó por primera vez el Código Da Vinci , pocos imaginaron que el libro se convertiría en una mina de oro. Con más de 80 millones de copias vendidas, la novela de Dan Brown le daba a la industria editorial un éxito comparable como el de Harry Potter. Argentina no quedó fuera del boom. Pero aquí, el Código abrió las puertas de un negocio mucho mayor y desconocido hasta entonces : el de la falsificación.

Hasta que el 5 de noviembre pasado se descubrió el mayor cargamento de libros falsificados de la historia, el mercado paralelo no pasaba de la viveza de la imprenta o el distribuidor que se quedaba con alguna caja de ejemplares. Pero en el último año, la producción de libros truchos se disparó: 2 de cada diez libros que se venden en el país son falsos.

Como todo lo ilegal, la falsificación busca dinero rápido y fácil.

Va a lo seguro: clásicos para estudiantes, best sellers y libros de autoayuda, géneros que son también los más robados de las librerías.

Según se desprende de la causa judicial a la que tuvo acceso Clarín , el negocio sigue su propia lógica: el libro más copiado en aquel cargamento era La Hermenéutica del Sujeto, de Michel Foucault. Es un texto dificil, muy lejano de un éxito comercial, pero sí un libro básico en cualquier carrera de humanidades. En Argentina, lo edita Fondo de Cultura Económica, cuesta 79 pesos y no siempre se consigue con facilidad. La versión trucha, de una editorial española, se puede comprar en Internet a un click y pagando sólo 15 pesos.

El 5 de noviembre, la Unidad Especial de Inteligencia de la Gendarmería allanó seis lugares diferentes. Contar los 145 mil libros que encontraron en un depósito de Floresta les demandó todo el día. La investigación, a cargo del juez federal Rodolfo Canicoba Corral, logró dar con el que, se supone, es uno de los tres principales falsificadores del país, Alberto Saturno, quien por ahora goza de los beneficios de un delito excarcelable.

Además de libros, la justicia se topó con el sueño de cualquier investigador: en los registros contables del falsificador figuran uno por uno sus compradores, desde pequeñas librerías hasta grandes distribuidores. Allí, Saturno se ocupó de anotar cuánto pagó cada uno y la lista de envíos y pedidos .

Para montar la estructura que permitió falsificar esa cantidad se necesitó una inversión de un millón de pesos. Nada, si se los compara con los otros once millones que semejante cargamento iba a dejar de ganancia.

Un librero de Palermo, con cuarenta años en el mercado editorial y que pidió no dar su nombre, contó a Clarín que el verdadero nudo del negocio se distribuye en la Costa Atlántica, en quioscos de diarios y también por Internet .

No hay diferencias visibles entre una copia y un original. Lo único evidente es el precio: los truchos se suelen conseguir hasta un 50 por ciento más barato.

Fue la editorial Planeta la que primero se presentó en la justicia para exigir que se investigara la falsificación de libros. De inmediato se sumaron las principales editoriales del país, como Aguilar, Taurus, Urano o Alfaguara.

Pablo Slonimsqui, abogado de Planeta, le dijo a Clarín : “Estamos muy contentos con el avance de la investigación porque nos permitió descubrir que se está falsificando el 20 por ciento de la producción editorial del país. Y la verdad es que todos los involucrados saben que son libros truchos, ¿cómo explican que venden un libro 50 por ciento más barato?”. Slonimsqui asegura que gran parte de lo falsificado se distribuye también en el interior del país, en especial en Rosario, Córdoba y Mendoza, y que incluso se descubrieron algunos envíos hacia Chile.

Pero si el negocio del falsificado deja grandes ganancias a unos pocos, alimenta también al menudeo en puestos callejeros, ferias, librerías independientes y a los pequeños distribuidores que, con bolso al hombro, venden en esos lugares.

En la presentación que hizo ante Canicoba, la Cámara Argentina de Publicaciones fue contundente: La falsificación “está tomando una dimensión descomunal. La actividad librera está seriamente amenazada ”.

En ese escrito, señalan que el proceso de falsificación “se ha ido mejorando sensiblemente” y que es muy probable que un lector desprevenido termine comprando una copia a precio original.

12/11/10

El libro de los gatos


El libro de los gatos
Antología
Selección y prólogo de Liliana García Carril.
Buenos Aires, Editorial Bajo la luna, 2008. Colección Poesía.


por Raúl Tamargo

“lo que dicen de los gatos
es verdadero
nosotros somos de ellos
y no lo contrario.”

Con estos cuatro versos concluye el poema “El gato se fue”, de la brasileña Angélica Freitas, y se cierra la antología El libro de los gatos. Es posible ver en ellos una respuesta a la pregunta sobre las razones por las que se encara la tarea de compilar poemas escritos a lo largo de los siglos y en diversas latitudes cuyo eje temático es ese animal domesticado a medias. Alrededor de la idea que encierran (toda una síntesis de subversión) giran la mayoría de los trabajos seleccionados, no obstante la declaración de arbitrariedad que anuncia el prólogo.

El libro presenta poemas con variadísimas propuestas estéticas y está fuertemente estructurado en dos partes. La primera de ellas, “Gatos de por acá”, reúne textos de treinta y cuatro autores, escritos originalmente en castellano. Buena parte de esos autores son argentinos (Jorge Luis Borges, Joaquín O. Giannuzzi, Hugo Padeletti, Diana Bellessi,…), pero también los hay de otros países de América Latina (Nicanor Parra, José Lezama Lima, Ernesto Cardenal,…) y España (Eli Tolaretxipi, Miguel Casado, Olvido García Valdés,…).

La segunda parte, “Versiones de gatos”, compila poemas de veintinueve autores de distintos orígenes, todos de lenguas extranjeras. Es de destacar la decisión editorial de incluir, en todos los casos, el texto original en páginas enfrentadas con la versión en castellano, así como también el nombre del traductor o del autor de la versión en nuestra lengua. John Keats, Charles Baudelaire, Guillaume Apollinaire, William B. Yeats, Ezra Pound, Fernando Pessoa, T.S. Eliot, Lawrence Ferlinghetti, son algunos de los autores elegidos; Mirta Rosenberg, Marcelo Cohen y la compiladora, algunos de los traductores.

Las dos partes están ordenadas cronológicamente según el año de nacimiento del autor, de manera que la lectura que propone el ordenamiento remonta al lector al siglo IX (poema anónimo irlandés) y lo abandona en la actualidad (A. Freitas, obra citada). En el caso de la primera parte, el circuito comienza en Borges y termina en Leonor Silvestri.

El recorrido incluye desde los rasgos salvajes del gato (1) hasta su aspecto más doméstico (2); desde el animal como excusa para el interrogante filosófico (3) hasta el dolor intenso de una niña que ha perdido a su pájaro bajo las garras de un gato (4); desde la mueca humorística (5) hasta la presentación despojada de un entierro (6); desde un gato que se pasea por el cerebro de Baudelaire (7) hasta uno al que Pound le proporciona voz (8); desde la rima de “Pangur Bán” (9) hasta el caligrama de Diamante corta diamante” (10).

El trayecto de la lectura permite también el descubrimiento de ciertos diálogos entre poemas. En “El gato como voluntad y representación”, Beatriz Vignoli ubica al animal frente al espejo, procedimiento similar al que realiza Borges con su “Beppo”. Bombalurina (11) es el nombre de una gata que reflexiona, entre otras cosas, sobre los nombres de los gatos. Más adelante encontraremos a Eliot hablando acerca del mismo tema y a Bombalurina dentro de la serie de nombres que el poeta propone (12).

En el prólogo, Liliana García Carril explica que su trabajo se origina a partir de la lectura (y sus continuas relecturas) de un poema de Wislawa Szymborska (13) titulado Un gato en una casa vacía”. Presenta solo los tres primeros versos (14), siembra incertidumbre acerca de la traducción e incluso sugiere la idea de que los está recordando y no transcribiendo, toda vez que asegura que los versos en cuestión “dicen algo más o menos así”. Para acrecentar la perplejidad, el poema no está incluido en la selección.

Ese juego abierto por la poeta-prologuista establece un paralelo entre el carácter elusivo de gatos y poema, pero además cumple con uno de los rasgos virtuosos de toda buena antología: el de estimular en el lector la búsqueda de nuevas lecturas. Es posible que El libro de los gatos promueva la pesquisa de otras obras de los autores incluidos en el libro y (si el lector no es de los que se saltean los prólogos), por supuesto, también del poema “perdido” de la poeta polaca.

BÉLGICA: LA BIBLIOTECA DEL FUTURO


Los arquitectos UNStudio dieron a conocer su diseño de la Biblioteca Urbana del Futuro y Centro de Nuevos Medios en Gante, Bélgica.
El nuevo complejo busca crear un sistema flexible y dinámico, con varias rutas alternativas para circular cómodamente, muchas áreas sociales y una gran plaza pública que acompañan al innovador edificio central.
La estructura “líquido-forma” busca mimetizarse con su entorno incorporando amplias líneas de visión hacia su exterior.
La organización interna del edificio se basa en un espacio central abierto, en torno al cual la gran circulación se lleva a cabo.
Esta zona vacía mejora la experiencia espacial, crea una orientación clara a través de la construcción y cumple una función de puente entre la ciudad y la Biblioteca Municipal.

La estructura del edificio hace que sea posible introducir terrazas verdes evitando al mismo tiempo la penetración de la luz solar directa en los niveles inferiores de la estructura.


Fuente: http://www.evolo.us/architecture/new-urban-library-and-media-center-in-gent-belgium-unstudio/


http://bibliotequera.blogspot.com/2010/11/belgica-la-biblioteca-del-futuro.html

ADIOS