17/11/14
8/11/14
El encuadernador de sueños
Francisco Siquot tuvo un
accidente que lo dejó inmóvil de la cintura para abajo, pero lejos de
encerrarse en el dolor, se enfocó en la ayuda social. Dirige La Gráfica
Artesanal, un proyecto que ayuda a mujeres en situación de riesgo social
Por Leandro Milán
Su taller huele y se ve como una librería, una de
esas antiguas, grandes y llena de libros viejos que invitan a adentrarse
y perderse en ellos por horas. En el medio de aquel desorden, que en
realidad es el orden de un creativo, está Francisco Javier Siquot
Ferret, Paco. como él mismo se presenta. "Mientras te esperaba me puse a
armar cuadernitos con estas hojas que encontré en agendas viejas, va a
quedar genial, mirá los colores", dice, resumiendo en una frase cómo es
un creativo a tiempo completo. Hijo de Luis y Beatriz, Francisco es el
menor de 4 hermanos (Luis, María y Juan). Aunque vivió en la Argentina
desde muy chico, nació el 29 de abril de 1973, en Chile, debido al
trabajo de su padre. "Nací en Chile, me vine al país antes del año y
nunca más me fui. Hice la primaria y la secundaria acá, en Buenos
Aires." Luego de terminar el colegio primario en la escuela Cristo
Maestro, Paco se pasó al Carlos Pellegrini, en donde se recibió. "El
director del colegio primario era Jesús, un cura muy copado que tuve
siempre como referente por sus ganas de ayudar a los demás. El fue el
primero en cultivarme esas ganas de dar una mano desde chico." A pesar
de su buen nivel académico, Francisco pasó por varias carreras
terciarias sin poder terminarlas. "Probé con profesorado de matemáticas y
diseño de imagen y sonido, pero como me interesaba saber de todo, me
aburría muy rápido y lo abandonaba", explica.
El accidente
Eran
los últimos días de 1999, Francisco tenía 26 años y, aunque no tenía
problemas personales, ocultaba dentro de él la tristeza de no encontrar
su camino. "No era un buen momento para mí. La verdad es que yo
necesitaba un cambio en mi vida, y aunque me costó verlo así, el
accidente fue ese cambio, ese evento que me obligó a transformar mi
forma de vivir. Lo que me pasó fue un llamado de atención, que podría
haber evitado si pedía ayuda, pero era chico y no lo hice", afirma
Francisco.
Fue una noche de verano. Paco y su amigo Martín
subieron al auto y decidieron ir a dar vueltas por la laguna de
Chascomús. Una mala maniobra provocada por la búsqueda de emociones
fuertes los sacó del camino e hizo que volcara su vehículo. "Cuando el
auto volcó, yo quedé atrapado y fue Martín el que tuvo que salir a pedir
ayuda. A mí, me dolía respirar y los nervios me jugaban en contra.
Recordé en ese momento lo que mi mamá me había dicho una vez acerca de
lo poderosa que era la mente y de cómo podía ayudarnos en momentos de
estrés. En lugar de desesperarme me tranquilicé, y ese instante de
elección fue muy significativo porque me di cuenta de que eso mismo
podía hacerlo todo el tiempo, sin importar lo que pasara. Aprendí que
todo pasa, que se acepta y se avanza o te quedás en la tristeza para
siempre", reflexiona.
Después de haber estado dos meses internado
con muchas complicaciones, Paco recibió la información de que la lesión
en la médula ósea le impediría volver a mover las piernas. "El segundo
shock que tuve fue cuando me di cuenta de que no podía sentir las
piernas y me dijeron que no iba a volver a caminar. Recuerdo, mientras
estaba en coma, que los médicos decían que no sabían cómo volver a
armarme. Todo lo que sucedía afuera yo lo soñaba en el coma. De aquel
hospital yo salí llorando, porque quería que me curaran completamente."
Aprender a continuar
A
pesar del terrible accidente y la lesión medular, Francisco vio en la
crisis la oportunidad de cambio que tanto estaba buscando.
"Cuando
en rehabilitación me dijeron que me iban a ayudar a volver a mi vida,
yo les dije que no quería eso, que mi estilo de vida me había llevado a
esa situación. A partir de ese momento iba a priorizar lo que me hacía
bien y lo que tanto necesitaba: el arte y la creatividad, porque las
fuerzas vitales fluyen a la salud o al pathos y genera un problema." Al
volver a la vida cotidiana, Paco comenzó a trabajar de manera artesanal
en la industria gráfica y multimedia. Creando un show que mezclaba
música con luces e imágenes. "Lo primero que hice después del accidente
fue un show de luces y música en vivo que no me daba plata, pero me daba
la chance de ser yo mismo, de hacer eso que estaba necesitando."
Ayuda social: encuadernación solidaria
Su
siguiente meta fue cumplir un viejo sueño de la adolescencia: brindar
ayuda social. Fue así como en 2004 le propone al padre José Resich, del
barrio San Agustín Ferrari de Merlo, dar talleres de gráfica. "Lo
primero que hicimos con los más pequeños del barrio fueron sellos de
goma eva. Los chicos recortaban un dibujo en la goma y después lo
estampaban en una hoja con tintas de colores que nos donaban en la zona.
A la semana ya teníamos más de dos mil sellos, por lo que tuvimos que
comenzar a pensar en encuadernar."
Dos años después, en 2006,
aquella idea de encuadernar los trabajos realizados por los chicos se
volvió un hecho. Pero Paco quería que la venta de aquellos libros
sirviera también de ayuda a mujeres en situación de pobreza.
"Para
empezar a encuadernar tomamos dos chicas en situación de vulnerabilidad
de Merlo, y una del equipo, Mariela Batista, aprendió de manera
gratuita en la Papelera Palermo cómo hacer los encuadernados. Entre los 6
que éramos al comienzo fabricamos la primera agenda, que hoy es el
producto que más se vende", explica Paco Siquot. Y agrega. "Igualmente
queremos ir más allá y aspiramos a llegar a ser una editorial con
responsabilidad social." Además de las agendas y de los libros con
sellos hechos por los chicos del barrio San Agustín, en la imprenta se
venden libros reciclados, pintados por artistas nacionales que donan su
trabajo para recaudar dinero y así ayudar a los más necesitados.
El
dinero recaudado de las ventas sirve para la compra de materiales y el
pago de los sueldos, entre los cuales se encuentran tres mujeres en
estado de vulnerabilidad. "Una de las chicas, gracias al trabajo que
desarrolló en la imprenta, pudo hacer su fiesta de 15 y además quiere
seguir estudiando para poder recibirse en diseño de imagen y sonido. Y
otra de las mujeres, Maricel, pudo terminar su casita después de vivir
con sus diez hijos en una sola habitación. Todas esas historias son el
gran logro para mí."
El futuro
"Mi cuerpo ya no es el de
antes, ya me pasa factura; no puedo hacer los viajes que hacía antes
llevando cajas", explica Paco, mientras convida algunas de todas las
ideas que tiene para llevar a su imprenta a convertirse en una
editorial. "Hay que volver todo más profesional y automatizado menos la
producción, que tiene que seguir siendo artesanal, para mantener el
valor de nuestros productos únicos e irrepetibles. Hoy en día podemos
cumplir una demanda de hasta dos mil trabajos por jornada, pero para
tener más clientes tenemos que mejorar ese número. Lo vamos a lograr."
Francisco
es optimista, ve en retrospectiva lo logrado y sabe que todo se puede
hacer. "Tenemos un deber con nosotros mismos de hacer todo lo que
queramos. No podemos encerrarnos en hacer únicamente lo que sabemos que
podemos hacer. Hay que animarse a más. Antes del accidente relegaba todo
y fue entre los fierros torcidos de ese auto cuando me aferré a ese
hilito de vida y dije nunca más relego algo. Ahora mis habilidades
físicas estarán acotadas, pero mi cabeza va más allá. Voy a lograr todo
lo que me proponga", afirma Paco mientras saca esas pequeñas obras de
arte encuadernadas que arma con sus "luchadoras", como llama él a las
mujeres que lo ayudan, y posa para la foto. Paco, o Francisco, encontró
en sus limitaciones la voluntad de seguir. Es como dijo la novelista
norteamericana Susan Sontag: "Ama tus limitaciones, porque ellas son la
causa de tu inspiración".
5/11/14
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