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Los reyes de la primavera, la primera novela gay para chicos
Osvaldo Osorio tiene muchos títulos para exhibir y una vasta
experiencia en educación con pequeños. Es licenciado y Profesor en
Ciencias de la Educación (UBA) y Master en Aprendizaje y Psicología
Cognitiva (Flacso/Universidad Autónoma de Madrid). Trabajó durante
dieciséis años como maestro de grado y en la actualidad se desempeño
como Profesor de Prácticas y Residencias en tres escuelas normales de la
Ciudad de Buenos Aires. Visita escuelas y está en contacto con niños y
niñas en edad escolar en forma permanente y tiene a su cargo la
formación de futuros maestros y maestras.
Tiene publicado un libro, que costeó por sus propios medios La Tetera
(Editorial Dunken). La novela estuvo entre los diez finalistas del
“Primer Certamen de Novela Joven. Fundación Aerolíneas Argentina”.
También tiene otras novelas escritas, aunque no publicadas.
Esta vez, Osorio se dispone a publicar “Los reyes de la primavera”,
una novela gay para chicos. “Entiendo que en nuestro país no se ha
publicado ninguna novela gay para chicos y chicas. He leído textos
publicados en el exterior, pero en esos casos los personajes no son
reales, con problemas que les pasan a niños y niñas de acá”, dice en
diálogo con Boquitas pintadas. Aclara que con
“problemas” no se refiere a lo gay, sino a problemas con el estudio, con
las relaciones entre pares, con los juegos, las rivalidades, las
competencias, los chismes, etc.
“Mi intención era llenar el vacío existente y que la historia pudiera
llegar a niños y niñas como tantas otras historias de amor que leen, y
que disfruten, se emocionen, que genere debate”, dice.
La novela trata el amor entre dos niños desde la naturalidad, y no
desde el conflicto de “qué me pasa que me enamoré de un chico”, “que tal
o cual persona es gay”. La historia transcurre en la escuela que está
ubicada frente al Parque Rivadavia en Caballito.
En este post de Boquitas pintadas adelantamos el
primer capítulo de este libro, aún inédito. Osorio cuenta que está en
búsqueda de un editor que se interese por su idea. En ese camino es que
se la presentó al Subsecretario de Equidad y Calidad Educativa, Lic.
Gabriel Brenner. También se contactó con la Directora del Plan Nacional
de Lectura para ver si se avanzaba en la publicación, pero aún no se
concretó la iniciativa. El libro, por este motivo, no está disponible
para su lectura.
Capítulo 1
La ciudad de Buenos Aires tiene un barrio que se llama Caballito.
Caballito tiene un parque que se llama Rivadavia. Frente al parque hay
una avenida que también se llama Rivadavia y cruzando la avenida hay una
escuela que se llama Primera Junta. En la Escuela Primera Junta hay un
sexto que se llama “C”. Y en sexto, como en otros sextos, hay alumnos
que usan sus nombres y otros que prefieren que los llamen por otros
nombres.
En sexto “C” de la Escuela Primera Junta del barrio de Caballito de
la ciudad de Buenos Aires, todos saben que Leandro sale con Dennís, que
Lola sale con Mariano, que Tomás gusta de Marianela, que a Soledad le
gustaría salir con Leandro, que Clara está muerta por Cristóbal y que a
Cristóbal le gusta Tatiana y que algunos no gustan aún de nadie. Pero lo
que nadie sabe, ni siquiera el propio Pancho, salvo Romina, es que
Pancho gusta de Thiago. Pero ¿cómo es que Pancho no sabe lo que Romina
sabe? O mejor dicho ¿cómo Romina sabe que Pancho gusta de Thiago si
Pancho no sabe que gusta de Thiago? Fácil: porque se le nota.
—¡¿Qué?! ¿Qué a mí me gusta Thiago? ¡Vos estás loca!
—Claro que sí.
—A ver, decime por qué…
—Porque se te nota y punto —y cuando Romina dice “punto” es punto, y
es cuando se calla y no dice nada más y a Pancho, que la conoce, se le
quedan montones de cosas por decir pero no dice nada porque por más que
diga algo va a ser como si no dijera nada y eso lo hace poner rojo de la
bronca, como si las palabras que quedan apiñadas en su garganta le
cortaran la respiración.
Pero… ¿quiénes son Pancho y Romina? Antes de responder y a modo de
ejercicio, hagamos un repaso de lo que ya sabemos. Entonces, sabemos que
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la Escuela Primera Junta queda frente al parque Rivadavia, que el
parque Rivadavia queda en el barrio de Caballito, que en la Escuela
Primera Junta hay un sexto que se llama “C”, y de ese sexto “C” sabemos
quién sale con quién, quién gusta de quién y quién se muere por salir
con quién. Que Romina sabe que Pancho gusta de Thiago y que Pancho no lo
sabe, pero Romina dice que se le nota y punto… Ahora bien, en respuesta
a la pregunta, lo que aún ustedes no saben es que ni Pancho ni Romina
son Pancho y Romina. Pancho es Francisco y Romina, Ramona. Ambos son
compañeros de banco y son amigos desde segundo grado. Pero —ahí vamos de
nuevo— ni Francisco ni Ramona dicen llamarse Francisco y Ramona porque,
obvio, no les gustan sus nombres. Por eso Francisco dice llamarse y lo
llaman Pancho y Ramona dice llamarse y la llaman Romina. Pero si no
fuera por las maestras que de tanto en tanto gritan a viva voz:
“Francisco”, “Ramona”, luego de seis años de escuela primaria ya nadie
se acordaría que Pancho es Francisco y que Romina es Ramona. Como
tampoco nadie se acordaría cuándo, ni cómo Pancho y Romina se hicieron
amigos, si no fuera por Tatiana que —con su sola presencia— parece
empecinada en hacerles recordar que el principio de todo fue en segundo
grado, allá lejos y hace tiempo, una mañana de mayo, cuando en la
tercera hora de clase Pancho no tuvo siquiera tiempo para levantar la
mano y pedir permiso para ir al baño. “Pancho se hizo encima, Pancho se
hizo encima”, gritaba Tatiana a viva voz al tiempo que el resto hacía lo
mismo. Y la maestra, más preocupada por el bullicio que por socorrer a
Pancho, ni siquiera se enteró de lo que le había pasado. Romina, en
cambio, que hacía tiempo no se la bancaba a Tatiana —rápida de reflejos—
le dio un empujón que la tumbó al piso, tomó de la mano a Pancho, se
abrió camino entre los compañeros, lo sacó del grado y se lo llevó
corriendo al baño. Atrás quedaban una estela nauseabunda de olor a caca,
los chillidos de Tatiana, los gritos de la maestra que seguía pidiendo
silencio al tiempo que abría las
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ventanas, las arcadas de Luis que terminaron en vómitos y tras él
Leandro, Pedro, María y otros, que también hicieron lo mismo. Eran tales
los gritos que se escuchaban que la Directora, las dos Vicedirectoras y
las dos Secretarias salieron disparando hacia segundo “C” sin
percatarse que en el camino se cruzaban con Romina y Pancho y su olor a
caca. Pancho pasó largo rato en el baño muerto de vergüenza esperando
que alguien viniera a socorrerlo. Mientras tanto Romina del lado de
afuera trataba de consolarlo.
Pese a que aquel fue el peor día de su vida y que desea que nunca
hubiera sucedido, Pancho, muy de vez en cuando, la mira a Romina y le
dice: “Y pensar que si no me hubiera hecho encima en segundo grado nunca
hubiéramos sido amigos”, y es cuando los dos se echan a reír, y todos
los miran y se preguntan de qué se ríen.
—¿Qué se me nota? A ver, decime… —increpó esta vez Pancho a Romina,
decidido a que por una vez en su vida ella no lo iba a dejar con las
palabras apiñadas en la garganta cortándole la respiración al punto de
ponerse rojo de rabia.
—Ya te dije, que Thiago te gusta y punto.
Las palabras de Romina llegaron a los oídos de Tatiana, que para
escuchar conversaciones ajenas estaba mandada a hacer. Los ojos se le
pusieron como huevos fritos y los cinco sentidos en alerta. Se abstrajo
de todo y centró la atención en la conversación que se mantenía en la
fila de la derecha, a tan solo dos bancos de ella. Entonces, para
observar mejor a los dos que en el fondo se habían enfrascado en una
discusión de lo más suculenta y dar crédito a lo que había oído, giró
lentamente la cabeza pero para su desgracia se topó con los ojos de
Romina. Ya no quedaba nada que decir: Romina sabía que ella sabía lo que
ella sabía y Tatiana sabía que Romina sabía que ella lo sabía.
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¡Dios mío, tantos sabe y sabía dando vueltas y para colmo una convidada de piedra en la discusión!
Para Pancho toda la situación parecía estar inmersa en un mar de
dudas y confusiones, pero para Romina, por lo pronto, ello no era un
problema: su problema estaba en la fila del medio, a dos bancos de ella.
Su problema era Tatiana. Ella no podía saberlo antes que Pancho lo
supiera, pero ya lo sabía y no podía desandar lo andado.
—Decime… —siguió furibundo Pancho al tiempo que movió la cabeza y se
encontró con Thiago que desde el primer banco de la fila del medio le
sonreía y parecía querer decirle algo.
Pancho quedó mudo, sin saber qué decir, qué hacer, cómo continuar,
qué responder, qué sentir… Preso de la desesperación no hizo otra cosa
que levantar la mano y llamar la atención de la profe de Matemática.
—¿Qué necesitás, Pancho?
—¿Puedo ir al baño?
—¿Es muy urgente?
—Sí.
Luego de la triste experiencia de segundo grado que todos en la
escuela saben y recuerdan gracias a Tatiana, la maestra no se animó a
pedirle que esperara el recreo: “Andá”, le dijo.
Pancho salió como disparado del grado y cuando pasó al lado de Thiago
le llegó de lleno su perfume. Sin proponérselo lo cargó y se lo llevó
consigo. Romina amagó con salir tras él, pero pensó que sería mejor que
estuviera solo porque ya bastante le había dicho y hecho por esa mañana.
Pancho bajó a los tumbos las escaleras. Estaba mareado y confundido:
gustaba de Thiago y no lo sabía, pero se le notaba. ¿Qué se le notaba?
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¿Acaso tenía algo que decía “Me gusta Thiago” escrito en el rostro?
¿Algo en él había cambiado? ¿Y si eran puros inventos de Romina para
hacerlo rabiar por no ayudarla en el trabajo práctico de cuerpos
geométricos? Pero no, Romina no era capaz de ello, Romina era su amiga.
Ella lo quería y él la quería a ella.
Se detuvo en el descanso de la escalera y miró para arriba. La confusión daba vueltas dentro de su cabeza.
—¿Qué pasa, Pancho? —la voz de la Directora que lo salvaba del remolino mental en que se había sumido.
—Hola seño, voy al baño.
—Andá entonces.
Mientras caminaba y acortaba la distancia que lo separaba del baño
sin darse cuenta se repetía una y otra vez las palabras de Romina: “Te
gusta Thiago”, “Te gusta Thiago”, “Te gusta Thiago”, “Te gusta Thiago”,
“Me gusta Thiago”, “Me gusta Thiago”, “Me gusta Thiago”, “Me gusta
Thiago”, “Me gusta Thiago”.
Una vez en el baño, solo con su confusión, se miró en el espejo:
estaba pálido y todo transpirado. El golpe que le había asestado Romina
había sido muy fuerte. “Me gusta Thiago”. Abrió la canilla y con los
cuencos de ambas manos juntas tomó agua y se lavó la cara varias veces.
“Me gusta Thiago”. Una vez repuesto, decidió volver al grado. “Me gusta
Thiago”. Pero la voz de una maestra que procedía del patio lateral de la
escuela despertó su curiosidad. “Me gusta Thiago”. Era la residente de
segundo “B” que les leía un cuento a los chicos. Se quedó parado bajo el
marco de la puerta a observar la escena. Ella estaba de pie y los niños
sentados a su alrededor atentos al relato. “Me gusta Thiago”.
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Justo cuando iba a volver al grado una nena y un nene que estaban
como perdidos entre el montón llamaron su atención. Ellos estaban como
en un mundo propio, ajenos al mundo del relato y al mundo de los otros.
Los dos estaban enfrentados. Ella con los ojos cerrados y con las manos
apoyadas sobre las rodillas y él con ambas manos extendidas le
acariciaba el rostro. “Me gusta Thiago”. La acción se repetía una y otra
vez. La imagen llena de inocencia colmó de emoción a Pancho. Ella no
decía nada y en cada caricia de él había una cuota enorme de ternura.
“Me gusta Thiago”. Primero las yemas acariciaban la frente y luego las
palmas de las manos recorrían ambos lados de la cara. Una y otra vez la
acción se repetía con la misma cuota de ternura. Una y otra vez la mano
de Pancho acariciaba el rostro de Thiago. Primero las yemas al ras de la
frente y luego las palmas de las manos sobre las mejillas de Thiago.
“Me gusta Thiago”. Ahí estaba él frente a Thiago, entre el montón de
chicos de segundo y el relato de la residente envolviendo el silencio.
“Me gusta Thiago”. Nuevamente sus yemas sobre la frente de Thiago para
luego tomar y acariciar sus mejillas con ambas manos. Vuelto en sí, miró
sus manos, pensó en Thiago y como resistiéndose a dar crédito a lo que
le había dicho Romina, movió la cabeza de un lado a otro y salió
corriendo rumbo al grado. A los zancos subió la escalera y llegó casi
exhausto al aula. Sin prestar atención a que Thiago le quería decir algo
y que Tatiana lo seguía con la vista se dirigió a su banco. Se sentó,
le dedicó una mirada cargada de odio a Romina y luego miró a Thiago.
Jamás hubiera pensando que del amor podrían surgir tantos sentimientos
encontrados.
Romina, por debajo del pupitre, extendió una mano y tomó la de su
amigo al tiempo que le dedicaba una mirada furibunda a Tatiana. La
maestra aún con una pirámide en la mano seguía hablando de aristas,
vértices, lados y bases.
Te invito desde este espacio a que compartas tus historias,
tus experiencias. Escribí a boquitaspintadas@lanacion.com.ar. ¡Te
espero! ¡Gracias!
http://blogs.lanacion.com.ar/boquitas-pintadas/arte-y-cultura/los-reyes-de-la-primavera-la-primera-novela-gay-para-chicos/#more-8599
23/4/15
30 Alucinantes regalos para los amantes de la lectura
La
lectura es uno de los pocos placeres en esta vida que te permite viajar
a lugares jamás imaginados y te permite aprender sin siquiera darte
cuenta. Los amantes de la lectura entenderán a la perfección lo que digo
y querrán con toda su alma los siguientes productos.
1. El separador más genial del mundo, te dice exactamente en que renglón y palabra te quedaste.
2. Una lámpara para lectores nocturnos.
3. Porque algunas historias te hacen llorar.
4. Una cubierta transparente para aquellos que aman comer mientras leen, así no mancharás las páginas.
5. Una funda para laptop en forma de libro.
6. Una hermosa lámpara.
7. Este aparatito te permitirá sostener ambas partes del libro sin destrozarte el dedo.
8. Una vela con olor a libro viejo.
9. Un separador en forma de sangre, perfecto para historias de terror.
10. Un sello personalizado que marcará tus libros con tu nombre.
11. La repisa perfecta.
12. Hermosas lámparas.
13. Porque el amor por los libros no está peleado con la tecnología.
14. Yo leo pasada mi hora de dormir.
15. Un cepillo quita polvo.
16. Leer es sexy.
17. *_*
18. El accesorio perfecto.
19. Un bolso maravilloso.
2o. Almohadas que te acompañarán en tus lecturas.
21. Llora aquí cuando un personaje ficticio muera.
22. La quiero ya.
23. Este broche conquistará a cualquiera.
24. Nadie creerá que llevas un celular. *_*
25. Un cargador en forma de libro.
26. Para los que sueñan con escribir una novela.
27. Simplemente hermoso.
28. :3
29. Para los que aman leer en la tina.
30. Un soporte para libros que además es una almohada de viaje.
1. El separador más genial del mundo, te dice exactamente en que renglón y palabra te quedaste.
2. Una lámpara para lectores nocturnos.
3. Porque algunas historias te hacen llorar.
4. Una cubierta transparente para aquellos que aman comer mientras leen, así no mancharás las páginas.
5. Una funda para laptop en forma de libro.
6. Una hermosa lámpara.
7. Este aparatito te permitirá sostener ambas partes del libro sin destrozarte el dedo.
8. Una vela con olor a libro viejo.
9. Un separador en forma de sangre, perfecto para historias de terror.
10. Un sello personalizado que marcará tus libros con tu nombre.
11. La repisa perfecta.
12. Hermosas lámparas.
13. Porque el amor por los libros no está peleado con la tecnología.
14. Yo leo pasada mi hora de dormir.
15. Un cepillo quita polvo.
16. Leer es sexy.
17. *_*
18. El accesorio perfecto.
19. Un bolso maravilloso.
2o. Almohadas que te acompañarán en tus lecturas.
21. Llora aquí cuando un personaje ficticio muera.
22. La quiero ya.
23. Este broche conquistará a cualquiera.
24. Nadie creerá que llevas un celular. *_*
25. Un cargador en forma de libro.
26. Para los que sueñan con escribir una novela.
27. Simplemente hermoso.
28. :3
29. Para los que aman leer en la tina.
30. Un soporte para libros que además es una almohada de viaje.
20/4/15
19/4/15
16/4/15
Los audiolibros llegan a las aulas para interesar a los chicos en la lectura
16 de Abril de 2015
Un nuevo programa del Ministerio de Educación
Textos de autores latinoamericanos como Borges, Arlt y Galeano fueron grabados y serán trabajados en talleres. El plan se completa con los libros de cada uno de esos creadores. "Lectura y escucha se complementan", explicaron.
Niñas
de jardín y en delantal, varoncitos de los primeros grados del
primario, preadolescentes más tímidos, ya del "nivel secundario",
llegaron ayer al porteño Palacio Pizzurno, sede del Ministerio de
Educación de la Nación. Lo hicieron para experimentar en carne y mente
(y en ojos y oídos) propios el nuevo esfuerzo que alentarán cuanto antes
todos los jardines públicos, escuelas y aun terciarios del país: el
desafío de leer más, mucho más de lo que se hace ahora, y de lo que se
viene leyendo desde hace décadas, y hacer que los chicos descubran las
promesas de felicidad y lucidez, alegría e inteligencia que formula la
lectura literaria. O en palabras de ministro de Educación de la Nación,
el pedagogo Alberto Sileoni: "Es necesario democratizar la palabra,
ampliar los horizontes de lectura, promover el acceso crítico, ni
parcial ni parcializado, de la literatura entendida en términos amplios.
Porque los límites del lenguaje son los límites de mi mundo, como
enseña la filosofía."
Sileoni disertó ante un colmadísimo Salón Leopoldo Marechal, en el mismo Palacio Pizzurno, una vez que los chicos terminaran de experimentar las dos propuestas que serán de ahora en más cotidianas, de todos los días, en sus mismas escuelas, "porque se trata, chicos, de apostar a que ustedes puedan leer libros, no fotocopias, y puedan comprender, sobre todo eso, comprender, algo que es tan necesario para nuestras vidas, como para el país en que viven", añadió.
Antes, como suele hacerlo, Sileoni explicó a los periodistas los detalles de las dos herramientas que forjaron en el Ministerio a su cargo para alcanzar el objetivo de que los alumnos adviertan su necesidad de dosis diarias de palabra impresa.
La primera de estas propuestas es la denominada "Lecturas Grabadas". Se trata de un conjunto de audiolibros que recoge relatos de autores argentinos y latinoamericanos, leídos por "voces que encantan, y con una estética muy cuidada", como señaló Jaime Perczyk, secretario de Educación. Los chicos oirán, en el marco de talleres dictados por docentes especializados en dinámicas grupales, enteras obras o fragmentos de ellas de autores hispanoamericanos como Roberto Arlt, Julio Cortázar, Abelardo Castillo, Jorge Luis Borges y Enrique Anderson Imbert, Eduardo Galeano, entre otros. Además de los audios, ya están llegando a todo el territorio nacional los libros de cada uno de esos autores elegidos. "De tal modo, escucha y lectura se complementen", apuntó el subsecretario de Equidad y Calidad Educativa, Gabriel Brener. Desde luego, los textos han sido escogidos para cada nivel y subnivel de la enseñanza pública.
A DIARIO. La segunda herramienta se denomina “Práctica Diaria de la Lectura en las Escuelas”. Subdividida en niveles: para el Nivel Inicial se propone la lectura en voz alta por parte de los docentes, pero también por parte de los alumnos de primaria; la exploración de distintos materiales –libros, revistas, cómics–; el armado de carteleras; el uso de una "bolsa viajera" para compartir la lectura con las familias y la creación, tanto individual cuanto colectiva, de pequeños textos literarios. Para el Nivel Primario, se impulsará la creación de itinerarios de lectura –textos unidos por un aspecto o rasgo en común–; la lectura de textos informativos que ahonden diferentes temas trabajados en las áreas curriculares; la lectura "para otros"; la lectura de novelas –progresando, en función de la manera en que se lee, la extensión y la complejidad de los textos narrativos–; y actividades enfocadas a la reflexión sobre el significado y las relaciones semánticas entre palabras y expresiones. Para el Nivel Secundario se propone lectura en voz alta por parte del docente; lectura de textos informativos en función de las temáticas abordadas en las áreas curriculares; uso de las bibliotecas escolares y de las colecciones de aula; desarrollo de momentos de lectura compartida entre alumnos, con intercambio de interpretaciones y puntos de vista; cadenas (por correo electrónico o aun por carta) de canciones y poemas y otras lecturas recomendadas.
Este plan de Práctica Diaria fue aprobado por el Consejo Federal de Educación durante su última Asamblea. Todo lo referente a estos nuevos audiolibros están disponibles en.
«
Sileoni disertó ante un colmadísimo Salón Leopoldo Marechal, en el mismo Palacio Pizzurno, una vez que los chicos terminaran de experimentar las dos propuestas que serán de ahora en más cotidianas, de todos los días, en sus mismas escuelas, "porque se trata, chicos, de apostar a que ustedes puedan leer libros, no fotocopias, y puedan comprender, sobre todo eso, comprender, algo que es tan necesario para nuestras vidas, como para el país en que viven", añadió.
Antes, como suele hacerlo, Sileoni explicó a los periodistas los detalles de las dos herramientas que forjaron en el Ministerio a su cargo para alcanzar el objetivo de que los alumnos adviertan su necesidad de dosis diarias de palabra impresa.
La primera de estas propuestas es la denominada "Lecturas Grabadas". Se trata de un conjunto de audiolibros que recoge relatos de autores argentinos y latinoamericanos, leídos por "voces que encantan, y con una estética muy cuidada", como señaló Jaime Perczyk, secretario de Educación. Los chicos oirán, en el marco de talleres dictados por docentes especializados en dinámicas grupales, enteras obras o fragmentos de ellas de autores hispanoamericanos como Roberto Arlt, Julio Cortázar, Abelardo Castillo, Jorge Luis Borges y Enrique Anderson Imbert, Eduardo Galeano, entre otros. Además de los audios, ya están llegando a todo el territorio nacional los libros de cada uno de esos autores elegidos. "De tal modo, escucha y lectura se complementen", apuntó el subsecretario de Equidad y Calidad Educativa, Gabriel Brener. Desde luego, los textos han sido escogidos para cada nivel y subnivel de la enseñanza pública.
A DIARIO. La segunda herramienta se denomina “Práctica Diaria de la Lectura en las Escuelas”. Subdividida en niveles: para el Nivel Inicial se propone la lectura en voz alta por parte de los docentes, pero también por parte de los alumnos de primaria; la exploración de distintos materiales –libros, revistas, cómics–; el armado de carteleras; el uso de una "bolsa viajera" para compartir la lectura con las familias y la creación, tanto individual cuanto colectiva, de pequeños textos literarios. Para el Nivel Primario, se impulsará la creación de itinerarios de lectura –textos unidos por un aspecto o rasgo en común–; la lectura de textos informativos que ahonden diferentes temas trabajados en las áreas curriculares; la lectura "para otros"; la lectura de novelas –progresando, en función de la manera en que se lee, la extensión y la complejidad de los textos narrativos–; y actividades enfocadas a la reflexión sobre el significado y las relaciones semánticas entre palabras y expresiones. Para el Nivel Secundario se propone lectura en voz alta por parte del docente; lectura de textos informativos en función de las temáticas abordadas en las áreas curriculares; uso de las bibliotecas escolares y de las colecciones de aula; desarrollo de momentos de lectura compartida entre alumnos, con intercambio de interpretaciones y puntos de vista; cadenas (por correo electrónico o aun por carta) de canciones y poemas y otras lecturas recomendadas.
Este plan de Práctica Diaria fue aprobado por el Consejo Federal de Educación durante su última Asamblea. Todo lo referente a estos nuevos audiolibros están disponibles en
"Me gustó porque no fue aburrido"
Los chicos que llegaron al porteño Palacio Pizzurno son alumnos de
jardines, escuelas primarias y secundarias de La Matanza, González
Catán, Ramos Mejía y Villa Luzuriaga. interactuaron en las salas del
Palacio ministerial con talleristas docentes, y luego poblaron el salón
donde hablaron Brener, Perczyk y Sileoni. Que lo hicieron muy
sucintamente, "humanamente, por el contenido de sus palabras, y por el
tiempo que emplearon", según un docente que vino con sus alumnos desde
lejos. Brener propuso que los mismos chicos contaran cómo les había ido
con la experiencia de lectura a la que los habían sometido,
voluntariamente por parte de ellos, desde luego, porque solo fueron los
alumnos que quisieron ir. Subieron unos seis chicos, de a uno, al
estrado en que se encontraban las autoridades. Cinco chicas, de todas
las edades, como en escalera: una niña de jardín, dos de primario, dos
de secundaria, y un preadolescente. "Estuvo re bueno", "La pasé muy
bien, leyendo", "Me gustó porque no fue aburrido", "Fue el día más feliz
de mi vida", exageró la última, desatando aplausos. Todos agradecieron
"esta oportunidad". Por eso, cuando Sileoni tomó la palabra, arrancó
diciéndoles a ellos, y a todo el auditorio: "Los derechos no se
agradecen, chicos. Tal y como lo dice la presidente: los derechos no se
agradecen". Y en su breve intervención, Sileoni señaló: "Con este
programa ganamos todos, ustedes como personas, el propio país, las
pequeñas editoriales que convocamos. Hace no tanto, en la Argentina hubo
una quema de libros. Celebro la Democracia. Celebro los libros, y la
lectura”.
14/4/15
Las 10 situaciones que más satisfacción causa a los bibliotecarios
31 marzo, 2015 at 10:53
Ser
bibliotecario tiene su aquel. El trato directo con las personas es uno
de los grandes retos a asumir, ya que puede causar tantas situaciones de estrés
como de satisfacción. Entre las situaciones de estrés provocadas por
los usuarios están los usuarios revolucionados (y maleducados) que no
eres capaz de controlar, los usuarios poco cuidadosos con los recursos y
materiales de la biblioteca, los que piensan que eres un recurso más de
su propiedad y te acaparan todo el rato… Situaciones que pueden ser
contrarrestadas con las muestras de agradecimiento y satisfacción que los usuarios muestran al bibliotecario/a por el trabajo diario en su biblioteca.
Es
verdad que siempre se tiende a resaltar los aspectos negativos del día a
día en el trabajo, nos suele pasar también en la vida diaria y
personal… en la cual un momento desagradable puede empañar a diez de felicidad o satisfacción.
El buen hacer es un compromiso que se asume y no se tiende a resaltarlo
porque “nos va en el sueldo”. Es lo que se debe hacer para que los
usuarios de las bibliotecas saquen el máximo partido a los recursos y se
queden con ganas de más.
En este post voy a mostrar algunas de
las situaciones que más satisfacción causa a los bibliotecarios/as
ejerciendo su profesión. Al igual que en el post de las situaciones más
estresantes del bibliotecario [enlazado en el primer párrafo], quiero
agradecer a Mario Aguilera por lanzarme el guante de escribir este post y a mi colegas bibliotecarios de Facebook por decirme cuales son la situaciones que más satisfacción les causa el ejercicio de su profesión. Allá voy:
- Ayudar a los usuarios a satisfacer sus necesidades dentro de la biblioteca. Ayudar a los usuarios a localizar la información que necesitan, ayudarles a encontrar y utilizar los recursos de la biblioteca y en cualquier cuestión informática, ayudar a los usuarios a descubrir la biblioteca, ya sean nuevos libros que leer, recursos a utilizar, actividades de las cuales se pueda aprovechar…
- El agradecimiento de los usuarios. Que los usuarios se sientan agradecidos por la recomendación de un libro que les encantó, que te agradezcan toda la ayuda prestada para su proyección personal y profesional. Usuarios que vuelven al cabo de los años y te dan las gracias por aquella recomendación en aquel determinado momento, padres agradecidos por hacer a sus hijos usuarios de las bibliotecas…
- El efecto multiplicador. Cuando un usuario recomienda un libro a otro usuario y que tú le has recomendado previamente. Cuando un usuario enseña a usar los recursos de la biblioteca a otro usuario…
- La valoración del trabajo y el reconocimiento profesional. Cuando un usuario valora y reconoce todo el trabajo del bibliotecario en beneficio propio y de la sociedad. La valoración de los usuarios que se puede extrapolar al reconocimiento profesional dentro del sector.
- Fidelización de los usuarios hacia la biblioteca. Convertir a no usuarios (y que consideraban la biblioteca como último recurso para satisfacer sus necesidades) en usuarios tras llevarse una grata sorpresa de la utilidad y servicio que le ofrece la biblioteca, que te digan que te echan de menos en las vacaciones…
- Usuarios independientes en la biblioteca. Ver como tu comunidad de usuarios es independiente en el buen uso de la biblioteca por las prácticas formativas llevadas a cabo.
- Incentivar la lectura. Ya sea a personas mayores a través de clubs de lectura y que están deseando que no acaben nunca… o ver la cara de los niños en las actividades de cuentacuentos u otras actividades de animación lectora.
- Distintas satisfacciones personales. Clasificación y catalogación de libros que te gustan, encontrar libros perdidos, usuarios que van a la biblioteca buscando un libro que solo tu biblioteca dispone y que has pedido tú por iniciativa propia, cuando te reconocen por la calle tus usuarios… La formación de los más pequeños y que al día siguiente vuelvan y se lo expliquen a sus familiares, que jueguen en su casa a ser bibliotecarios. Trato cercano con los usuarios.
- La felicidad del usuario. Cuando un usuario te sonríe y es amable en el trato. Cuando se va feliz a casa porque ha encontrado lo que estaba buscando o ha pasado un buen rato en la biblioteca. Cuando te da un abrazo como muestra de agradecimiento. Cuando a un usuario le dices que tienes lo que él estaba buscando o haces lo imposible para conseguirlo.
- Uso, afluencia y buen funcionamiento en general de la biblioteca. No hay nada mejor para una biblioteca y un bibliotecario que las cosas funcionen de la mejor forma posible. Ver que la biblioteca es un complejo engranaje donde todas las piezas hacen su función para el buen funcionamiento de la misma y que se traducen en bibliotecas llenas y uso de todos los recursos disponibles.
Estoy seguro que hay
muchísimas más causas de satisfacción de los bibliotecarios en su
trabajo. Me encantaría que me las contases a través de los comentarios…
Quizás piensas que esa pequeña satisfacción que tienes es una tontería,
pero quizás no lo sea y haya otro profesional que tiene esa misma
satisfacción. ¡¡Anímate y cuéntanos!!
10/4/15
9/4/15
8/4/15
6/4/15
“Que otro te lea un libro te despierta la curiosidad”
Domingo, 22 de marzo de 2015
TELEVISION › NORMA ALEANDRO HABLA DEL CICLO CUENTOS PARA IMAGINAR
En el programa de Pakapaka, la más reconocida de las
actrices argentinas recorre distintas escuelas públicas del conurbano
para leerles a los niños y niñas cuentos de ayer y de hoy. “Los chicos
ven en el libro algo diferente, que los va a ayudar a imaginar”, afirma.
Por Emanuel Respighi
Horacio Quiroga, Silvina Ocampo, Javier Villafañe, Ricardo Mariño, Ema Wolf y Liliana Bodoc son algunos de los autores a los que el ciclo televisivo echa mano para llevarles a los más pequeños cuentos misteriosos, graciosos, encantadores y entretenidos. Los textos narrados en distintas escuelas, ante la atención de los chicos, toman en la expresiva voz de la actriz y en la gestualidad conmovedora de sus lúdicos ojos una potencialidad hipnótica que traspasa los límites de la pantalla. “Leer el libro, que no te cuenten una historia, sino poder tener el libro en las manos, es el comienzo de un paso fundamental en la vida: saber leer y escribir. Celebro que quisieran llevar a las escuelas el libro en sí, no a una persona que les narrara una historia. No existe mundo más enriquecedor que el libro. No es lo mismo contarles a los chicos una historia de memoria, o una imaginada, que leerles una historia de un libro. El libro, a esa edad, empieza a ser un maravilloso e inquietante pozo sin fondo”, subraya la protagonista de decenas de películas, obras de teatro y programas de televisión.
–¿Lo dice por conocimiento de causa? ¿Cree que aquellas lecturas de su abuela Pepita despertaron su curiosidad mucho más que la escuela? –Mi abuela me leía mucho el Quijote. Uno dice el Quijote y piensa que mi abuela era una intelectual, alguien formada. Pero nada que ver: ¡era cocinera! Era una autodidacta, un ser excepcional, en muchos sentidos, pero fundamentalmente para mí porque fue la mujer que me crió, ya que mis padres eran actores y vivían de gira. Pero además tenía la certeza de que eso que había escrito Cervantes era maravilloso. Tan maravilloso como para que me leyera diariamente algún pasaje. Nos lo leía todas las noches como en muchas casas se leía la Biblia. Esa lectura antes de dormir fue, para mí, una experiencia formativa única. Mi abuela era española, de Castilla, conocía la lengua castellana, por lo que lo que no podía entender como argentina, ella me lo traducía. No es que había tantas palabras diferentes, pero sí había una manera de decir sensacional. Esa historia de ese pobre hombre que había leído los cuentos y que se fue a vivir aventuras era maravillosa. El Quijote fue una de aventuras como hoy pueden ver a los chicos entusiasmados en aventuras por televisión o en los comics. Esa potencia estaba en un libro muy grande que tenía y que, al finalizar cada capítulo, nos mostraba los dibujos que ilustraba el texto. Esa lectura y esos dibujos geniales eran la puerta de entrada a meterme en otros mundos que no tenían nada que ver con el que vivíamos todos los días.
–¿Cree que los hábitos se modifican con el tiempo, pero que ningún avance tecnológico puede reemplazar el estímulo imaginativo del libro? –Los chicos ven en el libro algo diferente, que los va a ayudar a imaginar. No digo a “aprender”, porque a esa edad los chicos no se proponen “aprender”. Nadie nació para “aprender”. “Aprender” se “aprende” en el colegio. Pero imaginar y volar a mundos y situaciones que nunca supusiste que podían existir es de otra dimensión. Transmitirles eso a través de un ciclo de TV me entusiasmó. No era enseñarles a los chicos cómo una actriz les cuenta un cuento. Nada que ver. Cuentos... les muestra cómo de un libro surgen historias maravillosas que los invitan a volar, a imaginar la vida.
–¿Es posible, desde este ciclo, trasladar aquella experiencia personal de lectura íntima a chicos diseminados por todo el país? –Tener la posibilidad de leer cuentos, tener el libro en la mano, pasárselos a ellos para que lo lean e investiguen es incentivarlos a desarrollar otros aspectos de su vida. La curiosidad que provoca un libro es intransferible. No es lo mismo escuchar que leer, que tocar. Cuando a uno le leen algo y uno ve que la “magia” sale de ese objeto, uno quiere tener un rato la “magia” en su mano. Pasa con todas las cosas que nos asombran. De tener en la mano un libro a leer y escribir hay un sólo paso. Es mentira que es doloroso aprender a leer y escribir.
–¿Hay que recuperar la experiencia del libro en la sociedad actual, tan proclive a las tecnologías? –No tengo dudas. Hay que recuperar la cultura del libro. El otro día leía que Buenos Aires es la ciudad que más librerías tiene en el mundo. Es una maravilla. Qué suerte que tenemos de tener a mano ese florido mundo del libro. Por suerte hay editores que siguen arriesgado y canales como Pakapaka, que se propone llevarles los libros a los chicos en las escuelas. Cuando un chico lee un libro por fuera de la institución escolar, es el mismo chico el que decide leerlo o no, dejándose llevar. Ver a un chico con un libro en la mano, sin esperar que le tomen lección ni que le pongan suficiente o insuficiente, es una experiencia sorprendente. Con el programa recorrí escuelas en Berazategui, Llavallol, La Matanza, Avellaneda, Morón, y vi caritas absortas escuchando los cuentos. Pero vi también la fascinación de poder tocar el libro e investigarlo, saber que eso existe, que el cuento no era resultado de mi invención.
–El problema es que ese mismo estudio reveló que en las comunas más pobres de la Ciudad de Buenos Aires no hay ni una librería. La brecha cultural se mantiene. –Tenemos que entender que los chicos están ávidos de leer y que somos los adultos los que tenemos que despertarles ese deseo innato. Eso lo comprobé con este ciclo. Cada vez que terminaba de leerles el cuento y les pasaba los libros, veía la excitación que les producía tenerlo en sus manos. No hubo manera de recuperar esos libros, aunque no era la intención recuperarlos.
Rebelde con causa
–¿Cree que el sistema educativo todavía no pudo romper con la tradicional manera de entender el ámbito escolar? –Seguro. Es mucho más fácil proponer una currícula uniforme y señalar qué hay que leer, y que no que trasladarles a los chicos la experiencia y el placer de leer cuentos de manera colectiva. Los cuentos, la literatura en general, son un medio idóneo para que los chicos entiendan un lenguaje, una manera de pensar, una manera de vivir, y sobre todo para incentivarles la necesidad de leer y escribir. El programa incita a leer y escribir. Cuando uno lee, tiene necesidad de escribir después.–¿Fue por ese mismo arcaico sistema educativo que a los trece años usted se hizo expulsar de la escuela y abandonó el colegio para siempre? –Me sentía presa en la escuela a la que iba, hacían cosas que yo detestaba. A mí me crió mi abuela y era ella la que decidía la educación. Mis padres siempre estaban de gira. En el colegio al que iba, el Normal No 9 de Callao y Corrientes, nos daban catequesis. Tenía tres compañeritas que eran judías, y la maestra las mandaba a estudiar “moral”, supuestamente. Pero en realidad las tenían sentadas en un pasillo, en el mismo lugar en el que nos ponían cuando nos castigaban. A mí me pareció una barbaridad y le pregunté a la maestra por qué no las dejaban a ellas estudiar su religión. La maestra me respondió que de ninguna manera, que estaban castigadas, y me dijo todo tipo de cosas espantosas. En ese momento me planteé que no quería estudiar con una maestra así. Mi abuela escribió una nota firmada en la que me autorizaba a no ir a la clase de religión. Obviamente, la maestra me sintió una “enemiga” y me puso con las chicas judías en la clase de “moral”, que no existía, era un castigo. A partir de ahí, mi estadía en el colegio se convirtió en una guerra con las maestras y la dirección, por lo que decidí no estudiar más. Mi padre, por supuesto, quería que siguiera estudiando. Le propuse que iba a seguir estudiando, pero por mi cuenta. Y así fue. Fui una autodidacta durante toda mi vida, hasta el día de hoy.
–¿Siempre tuvo esa personalidad de rebelarse contra las injusticias? –Qué le digo: sí. No lo puedo resistir. Mucha gente me dijo a lo largo de mi vida que parara, pero es más fuerte que yo. Viví momentos espantosos por ser así, como tener que exiliarme del país.
–¿Cómo fue el exilio vivido en Uruguay y luego en España durante la dictadura? –Largo, muy largo. Yo había dicho que había gente desaparecida en el país. Y lo dije porque era la verdad, no porque estuviese de acuerdo con la guerrilla. En la guerrilla tenía gente amiga y conocida, pero no estaba de acuerdo con lo que estaban haciendo, ni con lo que pensaban, ni cómo lo llevaban a cabo. Mi denuncia tenía un sentido humano. Si ellos estaban haciendo algo malo, el Estado no podía no hacerles un juicio. Pero no podían “desaparecerlos”, como los llamaban, y aún los siguen llamando... Lamentablemente no se ha cambiado el nombre. Ese término, desaparecido, lo empecé a usar en los reportajes que me hacían al finalizar el gobierno de Isabel Perón. Lo único que decía es que “hay gente a la que se la llevan y no vuelve, que no sabemos dónde está, que yo no estoy de acuerdo con lo que piensan, pero que no podía ser que no se las devolvieran a sus casas y a sus padres...”. No decía más que eso. “No tenés idea de lo que implica decir eso”, me dijeron un día. Después me pusieron una bomba en el teatro y otra bomba explotó en mi casa. Me dieron 48 horas para salir del país. Salí a hacia Uruguay en menos de cuatro horas.
–¿Temió por su vida? –No es que temí, me lo dijeron claramente: si no me iba del país, me mataban. Era claro.
–¿Y qué le produce que ahora se ponga tan en tela de juicio que los actores y actrices hablen de política y den a conocer sus pensamientos? –A mí me parece estupendo que los actores opinen. ¿Por qué no van a opinar? ¿Por qué un abogado, un obrero metalúrgico o cualquier trabajador puede opinar a favor o en contra del gobierno, y está bien, y si lo hace un actor es un escandalete atroz? ¡No! Los actores y actrices son ciudadanos. Así considero a mis compañeros. Nunca he peleado ni dejado de hablar con un actor porque haya opinado una cosa o la otra; seguimos siendo los mismos amigos de toda la vida. Al menos, eso pasa conmigo. Entre ellos hay gente que se han peleado por estar acá o allá, a favor o en contra de. Me parece estúpido porque somos un país en el que por suerte seguimos teniendo una democracia, en una república, donde todos podemos opinar. Podemos decir pestes sobre algo, o maravillas sobre algo, y nadie, nadie, nos deja de lado o nos desaparece.
–Parece un absurdo pensar que todos puedan pensar lo mismo y que no haya margen para el disenso. –Esto pasa y viene pasando, se puso casi de moda. Hay compañeros míos que están en cualquier otro lado y no importa lo que piensen, son la misma gente que de pronto adhiere a algo que les parece que es digno, o que está bien o que favorece al país. Así como hay otros a los que les parece que no, que piensan lo contrario. A mí me parece maravilloso que exista alguien que piense blanco y otro, negro. Es la democracia y la república. Hay que respetar las instituciones y que cada cual opine lo que quiera.
“Cuentos para imaginar les muestra a los chicos
cómo de un libro surgen historias maravillosas que los invitan a volar”,
afirma Aleandro.
2/4/15
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