15/11/09


Los orígenes del cuy se pierden en la noche de los tiempos. Pero es un hecho que hace 5,000 años ya servía como alimento a los antiguos peruanos, como testimonian los restos que se encontraron de este noble animalito en cuevas prehistóricas ayacuchanas (Luis G. Lumbreras dixit, en: “Los orígenes de la civilización en el Perú”).

El cuy es autóctono de los Andes, no lo habían visto nunca antes los primeros occidentales que llegaron a América. Los españoles lo llamaron “conejillo de Indias”, porque les recordó a sus conejos. Con voz propia le hemos llamado cuyo en el sur de México y Guatemala, curiel en Cuba, cuilo en Colombia y Costa Rica, cuya en El Salvador, cuy en Ecuador y Perú, cuye en el sur del Perú y Bolivia, cuis en Argentina y Chile. En la raíz común de esos vocablos está la onomatopeya con que imitamos el chillido de los cuyes, cui cui

Los orígenes del Cuy son más fáciles de detectar y no es necesario aplicar el Carbono 14 a los originales. Datan del 27 de mayo de 1977, como consta en el reverso de los dibujos. Los hice en Sebastián Tellería 320, San Isidro, la casa de doña Victoria Velarde, por entonces mi suegra. Días antes había abocetado las ideas en algún papel que después destruí. Estaba muy contento, había querido dibujar un personaje animal que representara con ternura la identidad peruana y sentía que la había achuntado. Pero mi entusiasmo no fue compartido en los diarios a que lo postulé, “El Comercio” y “La Prensa”. Entonces no busqué otro medio, lo guardé en un sobre.

En la misma fecha pasé a limpio las primeras cinco secuencias. De ellas, hoy les ofrezco tres, para no atosigarlos. Decidí no corregir las huellas que el tiempo ha ido dejando en la cartulina, para así sentirnos más cerca.


Antes de ir a los diarios, que eso producía cierto estrés (expectativa al sacar la cita, al tomar mi ómnibus y caminar por los pasillos del periódico, esperar a que me hicieran pasar, mirar la cara del director mientras leía, etc.), cargué baterías llevando estos dibujos al Ministerio de Educación. Allí trabajaba con locos increíbles que hoy son muy conocidos. En especial recuerdo que me dio mucha alegría la reacción de Teresa Ralli, porque se reía y casi lloraba. Yo, de emoción, casi me aviento por la ventana, pero aquello ocurría en el piso 18 de la sede del Parque Universitario.


Dos años después, yo trabajaba como editor de la página de amenidades del semanario “La Calle”. Allí mostraba viñetas de los grandes humoristas gráficos del mundo y les escribía una presentación. Mi biblioteca era buena, pero un día no sabía a qué autor poner. De la revista llamaron reclamando la página, estaban por cerrar la edición. Desesperado recordé que en un cajón del escritorio estaba un sobre con esos dibujos… Armé al toque la página y escribí cualquier cosa rápida. El Cuy nació públicamente el 19 de noviembre de 1979.

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