17/5/09

Un Nobel trashumante

Poner EL PAIS como favoritoViernes 15.05.2009, 15:15 hs l Montevideo, Uruguay

Dos lecturas sobre Le Clézio

Ingrid Tempel

(desde París)

LA ATRIBUCIÓN del Premio Nobel de Literatura 2008 a Jean-Marie Gustave Le Clézio es la consagración de un escritor francés enemigo de las fronteras, un nómada humanista cuya obra expresa admiración y respeto por diversas culturas al punto de compenetrarse con los indígenas del continente americano o denunciar las atrocidades del colonialismo en África. En su discurso de aceptación del Nobel, este autor nacido en Niza, descendiente de grandes terratenientes arruinados de la isla Mauricio (Océano Indico), de origen bretón, que pasó una parte de su infancia en Nigeria, trabajó como cooperante en Tailandia y vivió con los indios emberas y waunanas en la jungla panameña, antes de pasar un largo período en México, se convierte en la voz de los que no tienen voz, recordando que en muchos países el libro sigue siendo un lujo inaccesible para las masas.

INFLUENCIAS. A los 23 años obtiene el Premio Renaudot por su primera novela publicada, El atestado (Le procès-verbal, Éditions Gallimard, 1963), perdiendo por un voto el galardón literario máximo de las letras francesas: el Goncourt. Esta novela, que según sus declaraciones no era la primera, pues comenzó a escribir a los siete u ocho años (Le Clézio: le nomade immobile, de Gérard de Cortanze, Éditions Gallimard), influido por la obra de Albert Camus, Jerome David Salinger y Lautréamont, es un viaje a través de la soledad, la locura, la sensualidad y la crueldad. Niza, su ciudad natal, es el escenario de este libro atravesado por el delirio existencial del protagonista Adam Pollo.

Mucho tiempo después de haber violado a Michèle, Adam tiene con ella una relación ambivalente. Sigue amándola, hostigándola, y pidiéndole dinero. En su búsqueda sobre el sentido mitológico de la vida urbana sigue durante un día entero el vagabundeo de un perro, fascinado y esclavizado por esa nueva dimensión. ¿Es un criminal, un demente, o una inteligencia brillante incapaz de sobrevivir a una búsqueda metafísica sobre las claves de la convivencia humana? La influencia de Lautréamont, cuyo protagonista decía en Los Cantos de Maldoror que utilizaba su "genio para describir las delicias de la crueldad", es evidente.












En los años `60, luego de obtener un diploma de estudios superiores cuyo tema es la soledad en la obra de Henri Michaux, Le Clézio inicia otro trabajo universitario sobre Lautréamont. "Lautréamont es lo opuesto a Michaux. Con él nunca se sabe dónde comienza la locura y donde comienza la broma", afirma. Veinte años después, la valija con el único ejemplar de sus investigaciones sobre Lautréamont es robada en el aeropuerto de Albuquerque.

Entre El atestado y su última novela, La música del hambre, Le Clézio, que de joven quería ser dibujante de historietas, lleva a cabo un recorrido iniciático por diversos países explorando sus mitos aunque la historia de sus familiares se insinúe reiteradamente en personajes procedentes de Mauricio, seres que sufren los horrores de la guerra, la pérdida del patrimonio familiar o que se lanzan a la aventura africana. Es el caso, entre otras, de Desierto (Désert, 1980), Onitsha (1991), La cuarentena (La quarantaine, 1995) Révolutions (2003) y La música del hambre (Ritournelle de la faim, 2008), publicadas por Gallimard. Onitsha, Desierto y La música... fueron traducidas por Tusquets.

INVESTIGACIÓN DE LA CONCIENCIA. En el camino, este hombre alto, rubio, de ojos azules, que comienza su carrera deslumbrando tanto al público como a los periodistas por su belleza física y su precocidad literaria, explora el mar y el desierto en obras inspiradas en los autores de novelas de aventuras que lo extasiaron en su infancia: Joseph Conrad, Robert Louis Stevenson, Rudyard Kipling, Sir Henry Rider Haggard. A través de esa búsqueda permanente de un padre que estuvo ausente buena parte de su infancia y de los orígenes de su familia, lleva a cabo un profundo examen de la conciencia del ser humano.

Esta investigación de la historia, los mitos y los rituales de culturas primitivas o contemporáneas no ha sido recibida en Estados Unidos con el mismo entusiasmo que en Francia. Algunos profesores universitarios norteamericanos encuentran que se trata de una búsqueda de "exotismo". Sus principales obras publicadas - más de 50 volúmenes entre novelas, cuentos, relatos de viaje, ensayos, libros para niños y biografías, sin contar las tesis y los artículos periodísticos-, han tenido poca repercusión en el mercado editorial estadounidense, donde hasta fines de 2008 sólo se habían traducido una docena de sus libros.

Según Madeleine Dobie, profesora de literatura francesa y comparada, "colonial y poscolonial" en la Universidad Columbia de Nueva York, en la obra del último Nobel se encuentra lo que puede ser considerado positivamente como el `nomadismo` y la noción de cruzar fronteras, pero por otra parte hay exotismo, "o sea una visión nostálgica de las otras culturas como noble y heroicamente primitivas". En Estados Unidos reconocen que "Le Clézio es un maravilloso estilista, pero no es un innovador en materia estética ni un pensador extraordinariamente original", afirma Philip Watts, otro profesor de literatura francesa de la Universidad de Columbia, según Lila Azam Sanganeh (Le Monde, 10.10.2008)

Le Clézio, doctor en Letras y profesor de literatura francesa en la Universidad de Albuquerque, Nuevo México (Estados Unidos) desde 1977, enunció premonitoriamente su credo en un artículo publicado en el primer número de Magazine Littéraire (noviembre de 1966) sobre la novela In cold blood (A sangre fría), de Truman Capote: "El novelista del siglo XX no puede ser ya un `hombre honesto`, satisfecho de su cultura, su experiencia, su lenguaje. Así como era cronista en la Edad Media, el escritor de hoy es simultáneamente etnólogo, antropólogo, psicólogo, e incluso criminólogo. Ya sea con los medios o el espíritu de la ciencia, el novelista escudriña una parte del mundo, un grupo de hombres, y los representa en una relación, no tal como son o como deberían ser, sino como ellos se presentan a sí mismos".

A los 8 años de edad, Le Clézio inicia un largo viaje en un carguero holandés, para reunirse con su padre, médico cirujano del ejército británico en Nigeria, historia relatada varias décadas más tarde en Onitsha. En el viaje, el niño pasa gran parte del día escribiendo a mano en cuadernillos en su cabina mientras el barco avanza hacia el descubrimiento de un mundo radicalmente diferente, y hacia el conocimiento de sí mismo. En Nigeria conocerá a un hombre con el cual deberá rivalizar por el amor de su madre, así como los horrores del colonialismo y del racismo.

"Mi madre, una inglesa refugiada en Niza porque no podía encontrarse en la zona ocupada, terminó por esconderse lejos de la costa de Niza. Exceptuando las atrocidades, yo viví de cierta manera paralelamente la historia de los judíos durante la guerra: ser inglés, durante ese período, no era nada fácil. Mi padre era médico en África, y recién lo conocí mucho tiempo después. Cuando pude hacer el vínculo entre mi madre -de origen picardo- y mi padre, que volvió para instalarse en Europa trayendo consigo toda la tradición de Mauricio, sufrí un shock. No tanto al enterarme de mis orígenes, sino al comprender que en ese contexto meridional francés, a partir de ese momento yo sería criado como un joven de Mauricio. (…) En ese lugar que sin embargo es el tuyo, eres como un cuerpo extranjero", declaró Le Clézio a Le Magazine Littéraire, en 1998.

VIAJES. En Onitsha, Le Clézio habla en realidad de dos viajes simultáneos: el que lo conduce a descubrir, a través de Nigeria el continente africano, y el viaje del conocimiento de sí mismo. Las privaciones de la guerra -el frío, el hambre, el miedo, la falta de libros- no han preparado al protagonista para este sentimiento de exilio permanente del cual culpa al padre. Este médico del ejército británico, austero, severo, que se interpone entre Fintan y su madre María Luisa, a la cual llama Maou, es el culpable de su desarraigo. Es también la razón por la cual se lanza al viaje interior que todo autor emprende a través de la escritura.

El Surabaya, un viejo barco de 5.300 toneladas, de la Holland Africa Line, conduce a Fintan y Maou a un territorio alejado de Francia ocupada, hacia un desconocido, Geoffroy Allen, que dice ser su padre. Entre la Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial y esa África todavía ignota, "el Surabaya era un asilo, una isla". Los sentimientos humanos más nobles y los actos más abyectos son comunes a los dos continentes. La violencia, inherente a la vida misma, está presente en ambos. La pobreza, el hambre y la soledad que en la vejez amenazan a los seres humanos, son males que Le Clézio denunciará a menudo.

Cada uno de los personajes vive en busca de su propio sueño, inalcanzable, misterioso. El mar como memoria, como puerta abierta a mundos nuevos, está siempre presente en las obras de Le Clézio, que se reinventa y descubre las raíces de su genealogía en cada libro. Aunque en lugar de un mar líquido sea a veces la inmensidad del desierto.

Una de sus mejores novelas, Desierto, cuenta la historia de una niña analfabeta del sur de Marruecos que termina siendo una exitosa modelo en Francia, pero que regresa a su patria para dar a luz en condiciones primitivas. En oposición a los actuales narradores franceses de autoficción, en cuyas vidas monótonas y rutinarias las aventuras se limitan muchas veces a los cambios de pareja, Le Clézio atraviesa fronteras, siglos y civilizaciones como quien vive una orgía cultural.

Al referirse a su novela Révolutions (que todavía no ha sido traducida al castellano, y en la cual también se refiere a sus ancestros), Le Clézio reconoce que él jamás escribirá sus memorias porque es incapaz de hacerlo. "La novela es la única forma, para mí, de explorar mi pasado, y el único subterfugio para esquivar las dificultades de esta loca tarea de volver atrás, hasta una época en la cual no he vivido. En realidad, tengo la impresión de no haber escrito jamás otra cosa, desde El atestado, que autobiografías. Mis libros siempre ponen en escena momentos de mi historia. Es porque no tengo ninguna imaginación. Por eso me gusta utilizar la primera persona del singular", declaró en una entrevista otorgada a Jérôme Garcin, del semanario Le Nouvel Observateur (30.01.03).

Révolutions es una novela compleja, publicada 40 años después de El atestado, que a través de la mirada del joven Jean intenta una vez más reconstruir la historia de su familia en la isla Mauricio, refiriéndose al mismo tiempo a los inmigrantes de diversos orígenes que vivían en Niza en los años `50, y también a París, Bretaña, la guerra de Argelia, el proceso de descolonización, Londres a principios de los años `60 y luego México. Se intercala también la historia de un ancestro del protagonista (Francois), revolucionario bretón que emigró a Île de France (el nombre que tuvo la isla Mauricio entre 1715 y 1814) a causa de la pobreza.

Révolutions revela además el desamparo de los ancianos que mueren de hambre en Niza, los horrores de la guerra colonial, que empujan al protagonista -al igual que al autor- a continuar sus estudios en Gran Bretaña para evitar ser enviado a combatir en Argelia.

En esta novela, la tía ciega Catherine Marro, que vive en la Kataviva, un edificio de Niza que conoció épocas mejores, cuenta a Jean la historia de su familia. A diferencia de Joseph Conrad y William Faulkner, que narraban las historias en círculos, para que cada personaje enriqueciera y completase gradualmente un acontecimiento enturbiado por la niebla de los años, Le Clézio escribe un libro tras otro para hacer luz sobre la saga familiar. Es un tema que parece inagotable. Su última novela, La música del hambre, es un homenaje a su madre y cuenta su juventud en París.

EL SHOCK FUNDADOR. En los años `60, el escritor cumple sus obligaciones militares en Tailandia, donde en calidad de cooperante es profesor de Ciencias Políticas. Pero sus denuncias de la prostitución infantil provocan un escándalo, y finalmente es enviado a México.

"Para mí, México fue mi shock fundador. Es el país de la verdadera revolución. Cuando llegué por primera vez, en 1967, tenía la impresión de ver la revolución en cada momento. (…) En México descubrí un campo de batalla perpetuo donde ya nada separaba a la vida de la muerte. En comparación, el mayo del 68 parisino me parecía, desde lejos, insignificante", dijo a Le Nouvel Observateur (30.01.03).

En México se instala inicialmente en una aldea al pie del volcán más joven del mundo, nacido en 1946: el Paricutín. "Cuando llegué a México, el primer texto que leí fue Los tarahumaras, de Antonin Artaud. (…) Porque creo que para mí, ir a México no fue escapar. (…) No escapo de nada en particular, no soy un desertor…", dijo Le Clézio (Ailleurs, editorial Arléa, conversaciones con Jean-Louis Ezine en la radio France-Culture).

Le Clézio afirma que su locura es "escribir (…). Escribir quiere decir que no se vive como todo el mundo. Al mismo tiempo -y es quizás una parte de mi locura- es creer en la libertad. Yo estoy convencido de que se es libre. Escribir es una forma de expresar esa libertad", dijo a Ezine.

"La experiencia de Artaud en México es la experiencia extrema del hombre moderno que descubre un pueblo primitivo e instintivo: el reconocimiento de la superioridad absoluta del rito y de la magia sobre el arte y la ciencia", escribió Le Clézio en un texto redactado en español y reproducido en El sueño mexicano (FCE, 1992).

En otras regiones -el Océano Indico, Francia, Gran Bretaña, Tailandia, Panamá, México, Estados Unidos, Corea del Sur, Nigeria, o Uzbekistán- Le Clézio también ha seguido un "llamado" que terminó inspirándolo para escribir nuevos libros.

Ediciones en español

Viajes del otro lado. Trilce, Montevideo, 1995. 364 págs.

Urania. El cuenco de plata, Buenos Aires, 2007. 266 págs.

El africano. Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2008. 139 págs.

La cuarentena. Tusquets, Barcelona, 2008. 358 págs.

El pez dorado. Tusquets, Barcelona, 2008. 231 págs.

El buscador de oro. La otra orilla, Argentina, 2008, 291 págs.

Diego y Frida. Planeta, Montevideo, 2009. 250 págs. (La primera edición en español se tituló Diego y Frida: una gran historia de amor en tiempos de la revolución, Madrid: Temas de hoy, 1994).

No hay comentarios: